domingo, 6 de diciembre de 2015

Amare aude. LA RELIGIÓN DEL AMOR Y LA FE EN LA HUMANIDAD.

I am loving life, are you?

Planeta Tierra, 24 de noviembre de 2015,

Querida humanidad,

Esto es solo unas pocas ideas que llevan en proceso de gestación desde el año 1992. Espero que las disfrutes.


Hoy vengo a venderos una religión, y lo hago explícitamente, como la publicidad. Quiero avisaros de que lo voy a hacer, lo voy a intentar. No quiero hacerlo implícitamente, como hace la sociedad con los modelos de consumismo y éxito que nos bombardean a diario. No, yo os lo digo, yo os aviso. Estoy aquí para venderos un producto, un producto insustancial. Os quiero vender algo que no cuesta nada, pero que lo vale todo.

Es más, ni siquiera os puedo vender lo que os quiero vender porque ya lo tenéis, porque ya es vuestro. Ni siquiera os lo puedo dar, porque no me pertenece, porque no es mío. Siempre ha sido vuestro.

Hoy no os puedo vender lo que os quiero vender, porque ya lo tenéis. Lo único que quiero hacer hoy es deciros, mostraros, enseñaros a apreciar lo que todos nosotros ya poseemos. Nuestra capacidad de amar. El increíble poder de amar incondicionalmente a la humanidad.

Hoy vengo a venderos el amor, vuestro propio amor.

Hoy quiero que me compréis la religión del amor.

Todas las culturas a lo largo del tiempo han tenido religiones. Esto nos muestra que el alma, el ser interior, nuestra dimensión espiritual es común a todas los seres humanos.  A lo ancho de todo el planeta, y a lo largo de toda la historia. El ser humano es ser humano porque tiene espíritu.

En las diferentes culturas la concepción de espíritu ha tomado diferentes formas, diferentes interpretaciones. Ha generado diferentes instituciones, diferentes estructuras, y diferentes formas. Pero el alma, el espíritu no tiene forma. Carece de forma. Es el ser sin forma. Solo es accesible cuando nos libreamos de las formas.

Muchas religiones le han querido dar forma. Hacerlo suyo, hacerlo característico, y por eso, lo han destruido. Han dado forma a algo que no la tiene, han nombrado algo que no puede ser nombrado. Y por lo tanto, al hacerlo aparecer, lo han hecho desaparecer.

Solo es posible acceder al espíritu a través del espíritu. Algunos lo niegan, incluso yo, que hoy estoy aquí, lo negaba. Siempre he sido ateo. Un día descubrí el taoísmo. Hoy soy escéptico.

Tengo fe en la humanidad, y me atrevo a decir que ha llegado el momento en nuestra cultura en la que se instaure la religión del amor. Nuestra sociedad está preparada para experimentar la religión del amor.

En los tiempos en los que surgió el cristianismo o el islamismo no sé tenía fe en la humanidad. No se creía en las personas. Crearon dioses que los controlaran, figuras externas que los gobernasen y establecieran normas entre ellos.

Yo no quiero dioses. No creo que los necesitemos, porque nosotros ya somos dioses. Somos dioses que se llaman personas. Yo creo en las personas, creo en el espíritu, creo que todos nosotros podemos experimentar el infinito poder del amor y cambiar el mundo. Creo en la humanidad. No hacen falta dioses, no los necesitamos. No nos hacen falta normas morales impuestas por entes externos a nuestro propio ser.

Hoy estoy aquí para haceros experimentar. Para contaros lo que sienta bien. Pero no quiero que me creáis, quiero que lo sintáis. Quiero que sintáis lo que os hace sentir realizados, lo que de verdad otorga significado a vuestras vidas. Yo creo en el ser humano, creo en el espíritu. Creo en su capacidad de aprender desde dentro, desde la propia experiencia interior.

A lo largo de mi vida he observado que las personas que mejor se sienten son las que menos necesitan. Las más libres, las más liberadas. Nuestra sociedad consumista nos ha vendido un modelo que hemos comprado sin darnos cuenta. Nos ha vendido un modelo de felicidad que no funciona, que es falso. Nos ha hecho pensar que tener muchas cosas nos hará felices. Pero no. No es cierto.

Aquellas personas que se sienten llenas, completamente realizadas, que no tienen preocupaciones, que emanan paz, que irradian luz, no necesitan nada de lo que se anuncia por la tele. Solo hace falta imaginar a esa persona “iluminada” que aun vistiendo harapos y pareciendo desnutrido es feliz. Sonríe. Ayuda a los demás. Se siente bien consigo mismo y con el planeta. Es feliz, es pleno, es puro, es paz, es luz. Esa persona que aunque parezca desgraciada por fuera es infinitamente feliz por dentro. Está lleno. Y esa gente no necesita más cosas, no necesita comprar, no necesita consumir, porque está lleno por dentro. Ya no necesita nada de lo que le venden, de lo que le ofrecen.

Por eso, lo que hoy os he venido a vender no se compra, se da. Para vosotros que ya tenéis tanto, y ahora quiero que lo deis. 

Todos hemos oído aquello de comprar y acumular cosas para llenar nuestro vacío interior. Aquí es donde lo empezamos a comprender. Este es el ejemplo. La gente que necesita tantas cosas, que es tan superficial y quiere aparentar tanto por fuera, nos demuestra que está vacía por dentro.

Pero no culpamos, en ningún caso menospreciamos o minusvaloramos a esos seres humanos. Por supuesto que no. No podemos sentir maldad cuando estamos dando todo por los demás. No sentimos odio, o envidia, o venganza. Eso es imposible, no lo podemos hacer. Si de verdad amamos, no somos capaces de hacerlo.

Porque los amamos, a ellos también, porque también son seres humanos como nosotros, y también queremos lo mejor para ellos. No queremos quedarnos los gozos y las bendiciones de la felicidad y el amor para nosotros mismos. Los queremos compartir con ellos. Por eso, cuando vemos a una persona que aparenta estar vacía, lo que sentimos es compasión. Es amor por ella. Es el hondo sentimiento de querer que esa persona experimente la felicidad que nosotros sentimos. Nos compadecemos infinitamente por ella.

No los podemos adoctrinar, no les podemos imponer una experiencia, un sentimiento. Lo único que podemos hacer es desear que entendiera lo que sentimos, que ojalá fueran capaces de entender la inmensidad que tenemos dentro. Sentimos compasión, sentimos tristeza porque esa persona no se siente llena, porque esa persona no es feliz, no es completamente feliz. Esa persona se encuentra atrapada en un mundo de placeres etéreos, en un hedonismo fugaz y perecedero, en una vida superficial y vacía. Lo que a nosotros nos llena, lo que a nosotros nos da fuerzas y energías es mucho más duradero, es mucho más poderoso. Es una experiencia que llega más allá de lo corpóreo, de lo sensorial. Es un aliento de vida que empapa nuestra persona. 

Este poder es el poder del significado vital. Es el mecanismo más poderoso y duradero que ha desarrollado la evolución para mantenernos vivos como especie. Los placeres son pasajeros, no son relevantes a largo plazo, desaparecen con el tiempo. Tan a menudo nos atrapamos en placeres, vagamos perdidos, sin rumbo, de un placer a otro, buscando nuestra felicidad, nuestra esencia, nuestro propio ser. Pero los placeres solo conducen a más placeres. Y los placeres se apagan. Entonces nuestra vida no conduce a nada.

Sin embargo, el significado vital permanece a lo largo del tiempo. No importa el tiempo que pase que cuando nuestra vida tiene significado, somos capaces de continuar y continuar avanzando, día tras día. Lo que nos guía, lo que es medio y fin en sí mismo es aquello que nos llena de manera duradera. La evolución ha hecho que nuestro cuerpo nos indique lo que es placentero, lo que nos gusta y agrada a corto plazo. Pero la evolución también ha creado algo mucho más poderoso, un mecanismo que nos indica que hay algo más, que hay algo que se experimenta mucho más hondo, mucho más profundamente, que nos llena desde mucho más adentro, y que dura mucho más que los placeres, que dura para siempre.

Esta es la diferencia entre ver un video de gatitos mientras comemos chocolate, y dejar todo aquello que nos gusta por ayudar a una persona que lo necesita, a sacrificarnos nosotros mismos por alguien a quién amamos. Entre ver Gran Hermano sentados en la tele, y salir a la calle a ver el atardecer o detenernos a escribir. ¿Qué es lo duradero? ¿Qué es solo entretenimiento? ¿Cuánto dura un placer? ¿Cuánto duran los sacrificios? ¿Qué nos hace sentir mejor una vez la experiencia ha finalizado? ¿Qué nos otorga una mayor recompensa?

El esfuerzo, el trabajo, la dedicación y los sacrificios son siempre recompensados, siempre recompensados. Aun cuando no vivamos lo suficiente para verlo. Esto es el significado de la vida. El sacrificarnos por el otro, por los demás. El dar nuestra vida por el futuro del ser humano. El hacer algo que sea más grande que uno mismo, el ir más allá del yo individual. La evolución nos ha creado para eso. La evolución ha diseñado al espíritu como un mecanismo indicador de significado vital. Una herramienta para señalarnos lo que de verdad merece la pena, aquello por lo cual merece la pena sacrificarse.

Es por eso que los seres humanos también hemos sido diseñados para que nos guste más lo difícil, para que llegue el momento en que nos aburra lo fácil. Para que persigamos los retos y no nos acomodemos en lo sencillo. Por supuesto que caemos en los placeres inmediatos y a menudo nos olvidados de lo que de verdad nos llena. Pero el espíritu, nuestro ser, siempre nos recuerda que eso no es lo que nos hace realmente felices. Solo con esfuerzo podemos alcanzar una inmensa plenitud.

Siempre fui ateo, pero ahora soy creyente. Creo en el amor, y creo en el altruismo. El amor y el altruismo han sido hasta ahora los únicos mecanismos para superar mis miedos. Solo he conseguido hacer aquello que más temía gracias al amor y al altruismo. Como por ejemplo, dar charlas como la que estoy dando. Nunca me ha gustado dar sermones, no soy experto en nada, no considero que tenga nada especial o interesante que decirle a la gente, no creo que les vaya a aportar nada que no supieran ya.

Pero os quiero, y es amor lo que me guía a hacer lo que hago. No digo esto por que quiera, sino porque os quiero. Yo no quiero decirlo, tengo miedo a decirlo, pero el amor hacia vosotros es más fuerte, y el pensar que, quizá, a alguno de vosotros os beneficie, es lo que me obliga a decíroslo. Es lo que me obliga a compartir algo que me cuesta tantísimo compartir. Es lo que me hace abandonar el confort y la seguridad del silencio y me hace compartir las bendiciones que he sentido en mi vida, y que ojalá sintáis vosotros. Hoy quiero romper mi paz para compartirla, hoy quiero acabar con ella si con ello, alguno de vosotros es capaz de empezar a sentirla. Hoy mi calma se acaba para que vosotros podáis empezar a vivirla.

Es el altruismo el que me empuja, es el poder del amor. Es el amor que siente una madre por su hija en medio del desierto a la que se le ofrece el último vaso de agua. Por supuesto que la madre quiere el agua, por supuesto que quiere ese último trago salvador. Pero, aunque su vida vaya en ello, por mucho que quiera el agua, la madre quiere más a su hija. Y por eso, le da el agua, aunque la quiera, porque a la hija, la quiere más que a lo que la quiere. 

Me gustaría estar callado, pero ya no puedo. Porque, aunque lo quiera, os quiero más que a lo que lo quiero.

Por eso hoy comparto esto con vosotros.

Probablemente, algunos de vosotros me comprenderéis perfectamente, pero soy consciente de que, para algunos, todo esto que digo le suena a desvaríos y utopías imposibles de alcanzar. Mundos de yupi, o rollos hípster de espirituales que se van a vivir a la montaña.

Yo no. Yo soy un tío normal. Soy un estudiante de psicología que hace un tiempo leyó algo de taoísmo. Yo iba a un colegio cristiano, donde mi espíritu crítico y la curiosidad científica me condujeron al ateísmo, y más tarde al agnosticismo. Yo reconocía y reconozco las desventajas de las creencias masificadas y la institucionalización de las religiones en nuestra sociedad. Yo he sido capaz de entender los mecanismos pedagógicos de las religiones para controlar a las poblaciones e implantarles códigos morales y de conducta que les faciliten la convivencia. He llegado a entender porque no robar, no matar o lavarse el cuerpo antes de entrar a un templo resulta tan necesario.

Pero nuestra sociedad ha cambiado. Ahora vivimos en un mundo nuevo. Un mundo donde las normas injustificadas ya no son válidas, y las prácticas higiénicas están fundamentadas en los conocimientos científicos. Un mundo donde los demonios se han transformado en gérmenes o psicopatologías; y las ceremonias en grupos terapéuticos. Ahora los mandamientos divinos se han transformado en códigos éticos, y los modelos socioeconómicos explican porque comer carne no es sostenible. No quiero no matar por que me lo prohíba un mandamiento. Quiero no matar porque no quiero matar.

Aunque en la sociedad actual hayamos descubierto porque no necesitamos las normas religiosas de conducta, esto no quiere decir que neguemos los fundamentos de las religiones. No quiere decir que neguemos el alma o el espíritu.

Dejemos lo obsoleto atrás, pero quedémonos con lo que sigue siendo válido, con lo atemporal y lo transcendental, con lo inmutable, con lo que es sin importar quienes seamos. No importa dónde estemos, cuál sea nuestra cultura, o nuestra sociedad, los seres humanos estamos caracterizados por nuestra espiritualidad, y actualmente tenemos los conocimientos suficientes sobe la realidad y el universo como para no seguir unas normas celestiales.

Yo creo en la espiritualidad humana, yo creo en el poder de la humanidad. Yo tengo fe en la humanidad y creo que la gente que no me entiende, o no sabe lo que quiero decir no ha tenido la suerte de experimentar en su ser de lo que estoy hablando. Y me apeno por ello.

Y yo no hablo de energías, soy un escéptico. Pero descubrí una faceta nueva de mi existencia que había negado durante muchos años.

Esta es mi fe, la fe en la humanidad. Y esta es mi religión, la religión del amor.  Porque de verdad que creo que las personas pueden entender y experimentar lo que estoy expresando. Las personas pueden conocer y sentir mis palabras. Y eso es lo que me lleva a estar hoy aquí compartiéndolo. Porque quiero que individualmente creemos nuestra propia religión. La religión del amor a la humanidad. Y que desde nuestro interior la difundamos más allá de lo que podamos imaginar. Sé que podemos ser felices de verdad, que podemos sentir lo que verdaderamente somos, lo que nos sienta bien, y descubrir el porqué estamos en este mundo. Sé que tenemos la capacidad de sentir el amor que solo se siente cuando se da la vida por otras personas, cuando se trabaja para el futuro. Podemos levantarnos por la mañana llenos de energías, queriendo hacer un mundo mejor, deseando trabajar para el futuro, para mejorar nuestra sociedad y hacerles una vida más plena y feliz a nuestros hermanos los seres humanos. Sé que podemos trabajar juntos para mejorar la existencia de nuestra especie y reparar nuestro hogar, nuestro planeta.

A día de hoy, yo me levanto por las mañanas para hacer un mundo mejor. Y me sienta bien, me sienta muy bien. Mi vida tiene significado, y aunque no coma carne, ni me compre ropa, ni quiera un coche lujoso o una novia hermosa, no me importa. Porque soy feliz.

Estoy realizado. Mi vida tiene sentido, y me siento pleno. Porque amo, porque doy, porque me entrego por los demás, porque quiero hacer un mundo mejor, y creo que lo estoy consiguiendo. Porque pongo todo mi empeño en ello y hago todo lo que está en mis manos para que el mundo sea cada día un poco mejor. Porque cada cosa que hago me hace feliz, cada cosa que hago tiene sentido para mí.

Y no soy ningún iluminado, soy un tío normal. Un tío que a veces está triste, a veces está cansado, y a veces tengo ratos que no sé lo que quiero hacer con mi vida Pero lo acepto, porque yo también soy humano, y como humano, es normal que me den bajones y que mis energías se apaguen.

Pero sigo dando lo mejor de mí mismo, y eso es suficiente. Eso es lo que me llena.

Lo único que querría que os llevaseis de esta charla son solo preguntas, ¿estoy dando lo mejor de mí mismo? ¿Estoy haciendo todo lo que está en mi mano para ser feliz? ¿Para sentirme realizado? ¿Para hacer un mundo mejor?
¿Estoy haciendo todo lo que puedo para mejorar mi mundo y mejorar la vida de las demás personas del planeta? ¿Tengo un motivo para levantarme cada mañana dispuesto a dar lo mejor de mí mismo?

Estoy seguro de que llegará el día en que os levantaréis energizados de la cama, rebosantes de esperanza; y os iréis a dormir llenos de gratitud, plenamente satisfechos. Ese día, sabréis de lo que hablo. Ahora quizá, solo podáis tener fe en mis palabras, y creeros lo que os digo. Os hablo desde la experiencia, pero eso no es suficiente. Sabréis de que os hablo ese día en que de verdad lo experimentéis. El día que mis palabras adquieran sentido será el mismo día en que ya no las necesitemos.

Ese día, vuestra vida tendrá sentido. Entonces, dejaréis de necesitar tantas cosas que creéis necesitar, que os han hecho pensar que necesitáis. Ese día, en vez de actuar os diréis “¿De verdad lo necesito?”. Os liberaréis de este sistema de consumo que nos vacía por dentro. Os preguntaréis “¿es esto algo que de verdad necesito, o solo es una cosa más que me han hecho creer que necesito para ser feliz? ¿Mejora esto mi bienestar? ¿Me hace sentir más realizado como persona? ¿Me sentiré mejor después de tenerlo? ¿Me sentiré mejor después de hacerlo?

Por supuesto que es difícil cambiar y los hábitos no desaparecen de la noche a la mañana.
Pero es parte del camino, y a todos nos da miedo cambiar, asomarnos a lo desconocido. Pero hoy estoy yo aquí para invitaros a hacerlo. Os avala mi experiencia, os avala mi testimonio que os confiesa que ha sido una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida.

Os invito a intentarlo, a encontrar el amor que os guie, el amor que os impulse, y os haga vencer el miedo que todos tenemos dentro. Ese miedo a intentarlo, ese miedo a salirnos de las normas, a no hacer lo que se espera de nosotros. Ese miedo a no comprar regalos en navidad, ese miedo a no tener ropa nueva.

Pero tenemos el amor, y el amor es más fuerte que cualquier miedo. El amor a todas aquellas personas que no quieren nuestros regalos, sino nuestro tiempo. El amor a todas las personas que no pueden disfrutar de las mismas ventajas que nosotros por sufrir este sistema injusto basado en los placeres pasajeros de unos pocos.

Ahora que vienen las navidades tenemos la oportunidad perfecta de ponernos a prueba.  Ahora podemos demostrar de verdad cual es el significado de las navidades.

Es el nacimiento de cristo, del espíritu, pero de un nuevo cristo, un nuevo espíritu. Un cristo que no está fuera ni dentro de nosotros. Un espíritu que es nosotros. Vosotros sois cristo, sois espíritu. Cada uno de vosotros sois cristo. Sois un espíritu con nombre cualquiera. Dejad que esta navidad nazca cristo, que nazca el espíritu. Sed cristo. Sed espíritu.

Cristo no compraría regalos a sus familiares, a sus hermanos; cristo pasaría el tiempo con ellos, cristo los amaría, cristo los perdonaría. El espíritu daría las gracias por haber compartido su existencia con la vida de sus hermanos. Sed espíritu. Amad, amad, amad.
Podéis amar. Tenéis el poder a hacerlo, no tengáis miedo. La sociedad os mostrará que la manera de amar es dar regalos, pero vosotros le demostraréis que la manera de amar es decir “te quiero”. Probablemente tendréis miedo porque no lo habréis dicho antes, pero amad, amad tanto que no os quepa en el pecho, sacadlo fuera. Dad las gracias, demostrad que de verdad os preocupáis por esas personas que han estado tanto tiempo junto a vosotros. Demostradles vuestro afecto, vuestro cariño.

No regaléis objetos despersonalizados, cread, generad algo nuevo, algo valioso y único en el mundo. Ofreced vuestras palabras, vuestros gestos, dadles cartas de gratitud, o canciones de amor. Bailad con ellos. Cread algo único para esa persona única en ese momento único. No dejéis que el miedo os paralice.

La navidad 2015 puede ser el momento de que nazca el espíritu dentro de nosotros, de todos nosotros. El momento de que seamos espíritu. Puede que haya llegado el momento en que liberemos la verdadera esencia humana, su alma, su espíritu. Todo aquello que sienta bien, que se sabe que es correcto. Amad, que no os obligue nadie a hacerlo. Hacedlo porque queréis. Decidid que queréis amar. Probad una vez y observad lo que sucede, lo que se siente cuando se ama de verdad, desde lo más hondo del ser. Experimentadlo. Experimentad lo que se siente al dar amor. Pasad una tarde con vuestros seres queridos y preguntadle lo que sienten cuando aman.

No tengáis miedo, conectad con ellos y decidles que les queréis. Rememorad vuestras vidas juntos, recordad todos los momentos de gozo que habéis compartido, daos las gracias el uno al otro por haber coincidido en este planeta. Por gozar de la maravillosa oportunidad de poder compartir la única vida que tenemos.

Porque la vida es esa única y maravillosa oportunidad de amar a la humanidad. Eso es la vida.

La vida es amor. Y la navidad de 2015 es un momento único para hacerlo. Un momento único en nuestras vidas para demostrar que podemos y vamos a ser más felices y sabemos cómo hacerlo. Y la publicidad o el consumo no nos van a engañar con sus artificios y trampantojos embaucadores. No, esta vez no.

Vamos a demostrar que amamos de verdad, y eso, es lo que nos hace felices. El amor, la gratitud, el cariño, la compasión, las relaciones significativas, las que de verdad aportan bienestar y felicidad a nuestra vida.

El tiempo es nuestra vida. Nuestra vida es el tiempo que tenemos. El tiempo que nos ha regalado el universo, la evolución, la humanidad, la casualidad o como lo queráis llamar.

El tiempo es el mayor regalo que podemos dar. Nuestra vida, nuestras ideas, nuestro ser. Regalaos a vosotros mismos. Daos, entregaos, haced algo por el mundo, por la humanidad, por los demás, por las personas que os quieren. Hacedlo por ellos, ayudadles, pedidles que os pidan cosas, que os pidan favores, que soliciten vuestra ayuda. Daos a vosotros mismos, dad todo lo que sois, todo lo que os pidan de vosotros mismos. Hacedles la vida más fácil, hacedles la vida más feliz, llenadles.

Dad tanto que os quedéis vacíos y entonces sentiréis esa plenitud… Os sentiréis infinitamente llenos.

Amad tanto que os salten las lágrimas, lágrimas de amor, lágrimas de emoción. Lagrimas que quieran expresar lo que ni vuestras emociones pueden expresar. Lágrimas de amor, lágrimas de felicidad, lágrimas de plenitud, de infinitud. Puras lágrimas de verdad, lágrimas del ser, lágrimas del alma, lágrimas que limpien y purifiquen vuestro espíritu, todo vuestro yo, todo vuestro ser. Vaciaos y soltad todo ese amor que habéis retenido tanto tiempo. Llorad, llorad de alegría, llorad de amor. Dejad que las emociones fluyan, que el infinito os alcance, que sintáis cómo os vaciáis. Como dais todo lo que sois.

Sacad las lágrima que significan que tu vida ahora tiene significado. Dad las gracias a todas las personas del planeta que hacen que vuestra vida tenga significado. Quered a la humanidad por daros la oportunidad de amar, de dar significado a vuestras vidas. Amad, amad como nunca habéis amado. Desbloquead el poder del amor, no tengáis miedo. No dejéis que el miedo os paralice, no temáis, no os detengáis. Sed valientes y atreveos a amar. Atreveos a dar. Anteponed el poder del amor ante las dinámicas del miedo.

Sapere aude. Atrévete a pensar, dijo Kant.

Ayer ya pensé. Hoy me atrevo a decir, atrévete a amar. Amare aude


Y Feliz Navidad. 

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