viernes, 15 de julio de 2016

MELODRAMATIC SOLITUDE

MELODRAMATIC SOLITUDE

I feel fucking strange
but I don't know how,
but I don't know why.
I feel like
but I don't know what.

I feel like if ideas were coming to my mind
but they don't.

I feel like writing
but I cannot.

I feel like meditating,
I need it indeed,
but I cannot.



I feel like writing my dreams
asking my self why
I would like to fight with teenagers,
because I saw a fight yesterday.

I also feel like finding S. again,
to see her naked as I did,
to hear her saying that she likes my burnt eyebrow,
which is my dermatitis that doesn't stop.

I cannot hear my mind,
but I don't want to neither.

I just wrote that the ideas
that we don't write disappear,
even if we dream
that we are going to write them
or that we are actually doing it.

I wrote that in a detoxification center
for generalized anxiety syndrome,
people suffer and then relax.

I wrote that people carefully write
their death before going to commit suicide.

I don't get why I don't get anything
about all of this
when the guy with generalized anxiety
is just me.

The guy that needs to suffer
is me.

The guy that tries to go to sleep
but he can´t
because he is shaking
without feelings.

This is it.
Feelings are thoughts,
while ideas are just me.

It is indeed solitude,
people that I miss.

I just miss someone
which with whom I can be.

Be myself
but at the same time,
simply be.
Because I don't want to be fighting all the time,
to maintain a relationship
that doesn't mean that much in here.

I am not a poet,
even if the rhythm
lays on it.

Depends on how you read it
and maybe you can hear
the sound of the rhythms
or just thoughts
that are singing
inside my brain and my soul,
trying to escape,
to go somewhere,
to appear there,
where the meaning stays.

Not here for sure,
because from here they escape,
which is my mind
where they don't compose,
where they cannot get shape,
where they don't let me live,
where they don't let me life,
where I cannot shower ,
or even exercise.
And I am afraid of meditating
for losing them.

They trapped the trapper
from within the prison of slavery.
We are slaves of thought that have trapped us,
when we though that they are trapped by us
in the prison of our minds.

But the truth,
the solution
is way easier,
which is to release,
to be free.

Free your thoughts,
free yourself,
free everything
and your mind will be
grateful for being here,
from being there,
from being wherever they were,
from being wherever they are,
from being wherever they have to be,
from being wherever they had.


Where do you want to feel?
What do you what to see?
Isn't it the solution of anything?
The solution of everything?
Or the solution of nothing?
Because we fail and we get trapped again and again.

It is normal that people cry for love,
that people commit suicide for love,
because for love our solitude,
our loneliness is suppose to disappear definitely,
for ever, and ever, and ever, and ever,
until we feel lonely again.

Because love is not bad,
but it can be so.
Because when someone cheat someone
is condemning them
to the painful experience of solitude again,
of rejection from the paradise of comfort and safety,
of that place that means
that your life will be great,
from there to go on
and so on.

But indeed,
is not.

Because painful experiences lay over there,
somewhere,
where we don't know.

Where we cannot see them,
or expect them,
but they wait and wait,
they wait for us,
for the moment to come.

And they may kill us,
or they may leave us,
choking with sorrow and woe.

Wow,
we were where we were,
and we are not safe anymore.
This is the sound of pain.

Because everything else
can be an illusion,
and obsession,
a torture of our mind
crying for a confession.

A confession impossible to recognize
because our deepest pains are worse
than the worst of our confessions,
because ourselves will cheat us again
and again,
and we are inevitably condemn,
and condemn,
condemn to sorrow and pain,
condemn to experience the loneliness again,
no matter the love,
the moments,
no matter the sex.

Loneliness is chasing us
and will chase us again.

It will come and say,
here or there,
“you never escaped,
it was just me,
taking a rest.”

Loneliness is there,
you want it or not.
Just take a break,
look inside
and dare to say
that you are safe.

We are not.

I am sorry to point
that we lay in the middle.
We are lost.

It is a perennial delay
where the time will never come
and for much that we wait
the salvation will be far from there,
far from the now,
far from ourselves.

The salvation doesn't lie within,
not within our souls,
neither outside,
salvation is only our creation,
to survive and to live in the best that we can.

But living is impossible in the order of life,
whose goal is to die.

The only possible solution
is looking for suicide.

I am not seriously speaking,
even though,
it would be truth.

Because melodrama is a joke
that doesn't want to be sure.

So we keep the final before the final
just for the audience that prefers the happiness and the hope.

We don't have it here,
but I will point it so.


Just breathe in silence and listen to the Om.

viernes, 1 de abril de 2016

LA SALVACIÓN DEL AMOR

LA SALVACIÓN DEL AMOR

Conversación entre dos seres humanos atrapados en el universo, no necesariamente dentro de una nave espacial; no necesariamente más allá de la vía láctea:
  • Tal vez hayamos pasado demasiado tiempo intentando solucionarlo con la teoría...
  • Eres científica, Brand.
  • Entonces, hazme caso cuando te digo que el amor no es algo que hayamos inventamos. Es observable, poderoso. Tiene que significar algo.
  • El amor tiene significado, sí. Tiene una utilidad, una función social, la educación de los hijos...
  • Amas a personas que han muerto. ¿Qué utilidad social tiene eso?
  • Ninguna
  • A lo mejor significa algo más, algo que aún no alcanzamos a comprender. A lo mejor se trata de una prueba , de un artefacto, de una dimensión superior que no percibimos conscientemente. Estoy cruzando el universo atraída por alguien a quién no he visto en una década y quién probablemente esté muerto. El amor es lo único que somos capaces de percibir que trasciende las dimensiones del tiempo y del espacio. A lo mejor deberíamos creer en eso aunque no alcancemos a entenderlo aún.
(Christopher Nolan, Interstellar. Recomiendo encarecidamente ver la película para saber quien conoce esa prueba, ese artefacto, quién habita en esa dimensión superior que no percibimos conscientemente....)


Estoy seguro de que no somos los únicos que piensan así. El amor es poderoso. El amor es la fuerza que ha conseguido que los seres humanos estén donde están. El amor y las conexiones sociales son las sustancias que han consolidado nuestra sociedad. Es el pegamento que nos mantiene unidos, los hilos que nos entretejen los unos con los otros...

Como se plantea en la película Interstellar, el amor es la fuerza más potente del ser humano; el amor y la intuición, esa poderosa pareja que podrían ser componentes fundamentales de lo que llamamos alma o espíritu. El amor nos hace traspasar barreras, llegar más allá del tiempo, viajar a través del espacio. El amor es capaz incluso de traspasar la barrera más grande que existe, la de la vida y la muerte.

La experiencia me ha hecho reflexionar. La pérdida de un hijo es el dolor más grande de los dolores. Parafraseando la religión cristiana, que una madre vea como el fruto de su vientre perece, como desaparece para siempre, irremediablemente, es el dolor más grande que puede experimentar el ser humano. La perdida de la vida de lo que ha sido su propia vida. La pérdida de lo que una vez formó uno con ella, fue parte de ella, de su propio cuerpo, de su propio ser. Lo que habitó y se germinó dentro de su propio organismo, de su propia esencia. El vínculo que une a una madre con un hijo es indescriptible. Va mucho más allá del apego que describió Bowlby.

Perdonadme por la escasez científica, el obvio antropocentrismo y el exceso de espiritualidad, pero yo también soy un ser humano. Producir vida es un milagro de la naturaleza, es la magia de la biología, es el proceso más maravilloso del universo. El ser humano es la forma de vida más evolucionada del planeta, del universo conocido. Como mamífero que es, ha de compartir cuerpo a lo largo de su creación, ascendencia y descendencia en un mismo cuerpo. El proceso de gestación, de construcción del nuevo ser, el nuevo individuo se lleva a cabo dentro de la misma maquinaria biológica. Se es uno hasta el nacimiento. Pero la unión es tan intensa, tan potente, que ya es imposible separarla por completo. El vínculo de una madre con un hijo es inigualable, incomparable. La conexión más potente que la vida ha desarrollado en el universo conocido.

El duelo de un hijo. Dar la vida para que te la roben. El dolor que siente una madre cuando fallece un hijo es proporcionalmente indescriptible. Es un sufrimiento eterno. Tan eterno como la muerte. Es no solo ver morir una parte de su ser; es ver morir la parte más importante de su ser, esa parte de su ser que valía más que su propio ser, esa parte de su ser que se transformaría en otro ser. Es ver desaparecer su descendencia, su futuro, su vida.

Estamos diseñados evolutivamente para experimentar el mas grande de los dolores cuando desaparece nuestro sacrificio vital. El sacrificio por el cual seríamos capaces de sacrificarnos a nosotros mismos con tal de hacerle volver a la vida. El sacrificio por el cual desapareceríamos, por el cual moriríamos. ¡Y como es ver que sucede al revés! ¡Que la propia naturaleza se tuerce, que la biología nos engaña, que la vida se quiebra...! La muerte de un hijo es vivir la experiencia de morir en vida.

La vida puede volverse infinitamente injusta.

A pesar de ello, creo firmemente que la naturaleza nos ha preparado incluso para ser capaces de sobreponernos a la propia naturaleza. La evolución nos ha hecho fuertes. Amar tan fuerte nos provoca sufrir tan fuerte. Pero hubiésemos desaparecido como especie si ese sufrimiento hubiese acabado con nosotros. La naturaleza nos ha hecho llegar hasta aquí, nos ha hecho extremadamente poderosos, nos ha preparado de tal manera que, aún sufriendo el más infinito de los dolores, el más inmensurable de los dolores, podemos ser capaces de superarlo. Podemos ser capaz de superar con amor el sufrimiento que el mismo amor creó.

Se trata de un dolor que puede que nunca desaparezca, de un proceso largo, que quizá nunca se completa del todo. Un proceso de constancia, de día tras día, de momento a momento. Un proceso en el que solo se avanza si es gracias al infinito poder del amor.

Si el dolor es infinito e indescriptible, el poder y la fuerza del amor ha de ser infinitamente más indescriptible. El amor puede conseguir transformar y superar todas las barreras que la vida y el universo nos han impuesto. El amor puede hacer renacer la vida de la muerte. El amor puede hacernos cruzar barreras que ningún ser humano ha cruzado. Las barreras del tiempo, del espacio y de la vida se vuelven relativas cuando hablamos del amor.

No podremos saber si ese amor será recibido. Pero es que el amor no consiste en recibir, si no en dar. La naturaleza del amor es dar, dar y más dar. El amor es dar hasta el infinito, quedarnos plenamente vacíos, alcanzar la completa paz. Quizá esto es lo que quiere decir el Budismo con su filosofía del desapego...

El amor puro es darlo todo sin esperar recibir nada a cambio. El amor es no saber si lo que sentimos llega o no a las otras personas. El amor es monodireccional, multidireccional; de uno mismo al infinito, del interior del ser al universo.

Se puede amar al pasado, se puede amar al futuro, se puede amar al planeta, se puede amar al espacio, se puede amar a lo vivo y se puede amar a lo muerto. El amor es todopoderoso, es omnipotente. El amor está en todos lados, es omnipresente. El amor sabe todas las cosas, es omnisciente.

Voy a ser cristiano otra vez y a recordar aquello de “Dios es amor”. Sin embargo, voy a darle la vuelta y voy a decir que “El amor es dios”. Me parece que hemos construido la casa por el tejado.

El budismo se liberó de Dios, a cambió desarrolló la meditación de amor y compasión. Sin embargo, yo siento que se puede recuperar la figura de dios, pero esta vez sin mitologías, máscaras, o esoterismos. Está vez, como lo que de verdad se siente, como lo que de verdad es. Ya no necesitamos Quetzalcoatls o Krishnas; nuestra sociedad ya no necesita apoyarse en espíritus santos, jesucristos o ancianos con barba; ya no somos indios norteamericanos que veneran a los espíritus de la naturaleza; se acabaron los druidas. Yo apelo al amor puro, al amor sin forma. Quizá los musulmanes estuvieran acertados en la prohibición de representar a lo irrepresentable. Quizá los daoístas se referían a esta forma sin forma cuando mencionaban al dao. Allah es amor, Dios es amor, todos los dioses y espíritus que han existido a lo largo de la historia de la humanidad son amor. El amor es la forma sin forma. El amor es, en última instancia, la sustancia primigenia y fundamental en la que se ha construido la figura de dios.

El pilar fundamental de todas las religiones es el amor. Todas las creencias han crecido de los sentimientos de bondad intentando potenciar el altruismo que alojamos los seres humanos en nuestro interior. Las religiones han reinterpretado esa increíble y poderosísima fuerza que tenemos encerrada y, a través de diferentes mitologías han intentado liberarla. Y es normal creer la mitología y el misticismo cuando experimentamos una sensación tan poderosa dentro de nosotros: el amor puro. Porque el amor es vida, porque dar amor es dar vida.

El amor es el acto que da la vida. El acto puede traspasar las barreras de la muerte. En verdad, el amor creó que el mundo. El amor nos hizo evolucionar más que los animales. Nos hizo estar los unos junto a los otros y cooperar y crecer en comunidades y sociedades. El amor ha sido capaz de traernos donde estamos. El amor es vida.


Parezco un predicador y quizá lo sea. Pero ahora quiero ser profeta. Quiero decir que le amor nos hará libres, que el amor nos descubrirá la verdadera esencia humana,que su poder transformador nos reunirá como especie y como humanidad. El amor no es cosa de películas de ciencia ficción. El amor va a ser la pieza clave que le falta a esta especie para poder conquistar el universo: nuestro universo interior, y quién sabe si también el exterior. El amor nos va a permitir vivir en la tierra los años y las generaciones que la tierra nos permita. Y el amor va a ser capaz de que la especie humana sobreviva más allá de la tierra. El amor va a evitar que nos autodestruyamos, va a evitar que sigamos destruyendo nuestro mundo, que nos sigamos destruyendo los unos a los otros. El amor va a salvarnos. Y el salvador no va a ser Jesucristo, sino el amor. El amor más puro va a ser el verdadero salvador, el salvador de la humanidad. No va a ser el hijo de dios, o dios transformado en amor, sino el amor por si mismo. Ese amor que nosotros transformamos en Dios y que ahora toca volver a transformar en amor, a recuperar su esencia, a volver al origen. Es hora de abrirle los corazones a la humanidad, de abrazar nuestras dudas, miedos e inseguridades. El amor lo puede todo. Y lo va a poder.

No hablo desde la razón, porque probablemente este experimentando una hipofrontalidad transitoria (disminución de la actividad en mi lóbulo prefrontal). Ahora mismo hablo desde el corazón, desde mi esencia más basal, mi ser más puro. Creo en el amor, creo en su fuerza, y creo en su poder de salvación.

Me voy a dar, me voy de viaje al mundo del amor, me voy a meditar por el ser humano. Ojalá os llegue algo.

Mucho amor y que tengáis una buena salvación.

Un calido abrazo,

Carlos Alcalá

miércoles, 23 de marzo de 2016

Apaciguando la sed espiritual

Dedicado a todos aquellos que me dan el placer de discutir sobre creencias y religiones.

Alguna vez has tenido sed, ¿no? Es normal tener sed. Todos tenemos sed antes o después. ¿Quién no?


Y es que el ser humano está programado para tener sed cuando su organismo necesita agua. La sed es solo un indicador fisiológico, una llamada del cuerpo para el cuerpo, para ponerse a buscar agua hasta conseguirla. Y es así de sencillo, que una vez el cuerpo bebe agua, se apacigua la sed.

Yo creo que hasta aquí todos estamos de acuerdo, y muy pocos me discutirán la argumentación.

La ventaja y los avances de las sociedades y culturas nos han ofrecido ir más allá de la sencillez del agua, habiendo desarrollado bebidas de todas clases. Cerveza, vino, leche, zumos, bebidas gaseosas...
Me centraré en las bebidas gaseosas, pues creo que son bebidas más artificiales que la cerveza, el vino, la leche o el zumo, que al fin y al cabo, son derivados directos de un producto natural. Sin embargo, las bebidas gaseosas vienen a ser agua carbonatada (con óxido de carbono) y aditivos (azúcares y demás.

Existen multiplicidad de bebidas gaseosas dependiendo del contenido en CO2, la cantidad de azúcar y la mezcla de aditivos que lleven. De la misma manera existen multiplicidad de religiones, dependiendo de la naturaleza de las divinidades, las creencias fundamentales y los ritos que se hayan establecido.
No dudaremos que el motivo fundamental de estas bebidas es saciar la sed, al igual que el motivo fundamental de las religiones es saciar la “sed espiritual”.

Con “sed espiritual” me refiero a la necesidad de explicar nuestras experiencias subjetivas trascendentales no verbalizables (lo que no sentimos y que no se puede explicar), generar un conjunto de normas morales para garantizar la convivencia (lo que está bien y lo que está mal), organizar los ritos que marcan los hitos evolutivos de las personas (cambios de etapa en la vida) y encontrar un significado a una vida orgánica consciente y delimitada (seres vivos que saben que van a morir).

Por lo tanto, para apaciguar esta sed espiritual, los seres humanos han tenido la necesidad de encontrar el agua, o de inventar líquidos artificiales, religiones, que cumpliesen esta función. Como ocurre con las bebidas gaseosas, todas las religiones tienen un componente fundamental: lo divino, lo inexplicable, lo incognoscible racionalmente. Este agua es el que nos permite calmar nuestra sed.
Gracias a lo divino somos capaz de dar un nombre y una explicación a lo que sentimos y no sabemos explicar. Gracias a lo inexplicable las verdades sobre el bien y el mal nos son reveladas, aunque no sepas argumentar porqué o cómo. Y nuestro lugar y actuación en el universo adquiere un significado cuando somos capaces de sentir lo que no podemos conocer a través de la racionalidad.

Dependiendo del contexto social, geográfico,histórico y cultural diferentes culturas han inventado diferentes bebidas gaseosas, religiones, acorde a sus gustos y necesidades. Con lo cual, se ha generado un amplio espectro de creencias y religiones acerca de estas experiencias incognoscibles. Sin embargo, la ingesta de unas bebidas u otras, la creencia en unas religiones u otras ha estado condicionada al lugar de nacimiento de los sujetos. En otras palabras, creemos lo que cree la sociedad en la que nacemos. Bebemos lo que beben los de nuestro alrededor.

Comprendo que el sabor y los colores de las diferentes bebidas ofrecen un amplio rango de alternativas a las personas sedientas. Sin embargo, esta libertad se encuentra excesivamente condicionada por el lugar de nacimiento de los individuos, puesto que es la sociedad en la que nacen la que va a determinar en la mayoría de los casos la bebida escogida por dicha persona. Por lo tanto un indio nativo norteamericano creerá en el Espíritu de la Montaña Nevada, un azteca en Quetzalcóatl, y un Indio en Vishnu. Los argumentos sobre la multiplicidad de elecciones y las conversiones religiosas son muy sugerentes en nuestra sociedad globalizada de Internet, pero habrá que plantearse cuántos católicos había en Sudamérica cuando Colón pisó por primera vez las Indias.

Por fortuna o por desgracia, a lo largo de mi vida he desarrollado un potente espíritu crítico que, combinado con una mente abierta, me permite analizar la situación con distancia (epojé), pero con curiosidad.

A lo largo de mi vida, he sido principalmente ateo o agnóstico. En la actualidad reconozco la existencia del espíritu o alma (los nombres son los de menos). Desde hace unos cinco años, me impactaban los logros de los monjes Shaolin (aquí con un taladro en el cuello) y Budistas (aquí participando en una investigación científica), y hace un par de años el Daodejing se introdujo en mi vida. Desde entonces, he apreciado mucho más mi vida espiritual, pero desde un punto de vista mucho más neutral y humano, menos divino, alejado de misterios inexplicables.
No quiero alargar la longitud del post, así que en futuras publicaciones me centraré sobre posibles efectos perjudiciales de las creencias, (aquí larelación existente entre los índices de riqueza y el número decreyentes del país), o la posibilidad de desarrollar una espiritualidad más humana y saludable con el planeta. 

En la actualidad, abogo por la re-focalización de los esfuerzos científicos en este campo tan inexplorado del espíritu. Creo que la activación de nuestro sistema espiritual podría ser la solución de un gran número de problemas locales, si no globales, tanto intrapersonales como interpersonales. Algo así como la re-conexión con el alma antes de que llegue el apocalipsis. Aquí un ejemplo de lo que cualquiera con el entrenamiento adecuado puede conseguir con su cuerpo, su mente, y su espíritu.


Y con un poco de ciencia que explique lo que sucede.


Apoyándome en lo que promulgo, debería ser un poco más como el agua de los daóista, y pelear menos. (Water is beneficient to all things but does not contend). Hago lo que puedo, y solo me asaltan sedientas preguntas y reflexiones que intentaré explicarme en el futuro:

Sabiendo que el azúcar provoca diabetes a largo plazo, ¿por qué no bebemos simplemente agua, si lo que tenemos es una sed sana y natural?

lunes, 21 de marzo de 2016

NACEMOS MUERTOS

Nacemos muertos. Con fecha de caducidad y día de entrega. Nacemos sin memoria. Y cuando aprendemos, solo sabemos olvidar.

Lloramos cuando escuchamos música porque la desaparición del sonido y el momento presente nos recuerda lo doloroso de la inexistencia. Escuchen música a menudo. Acuérdense de que un día no estarán aquí. Que junto a todo lo que han sido, su único destino será la desaparición, la inexistencia. No se preocupen por la hora, pues es una cita a la que nadie llega tarde. De hecho, la mayoría llegamos pronto, y el que siente que no llega, se coge un billete express desde la azotea.

Quizá, lo injusto de la muerte es el momento en el que nos alcanza. A algunos más a deshora que otros. Decía algún poeta que la muerte es necesaria, para dejar espacio a los que vienen. Pero la injusticia se extrema al ver morir a los que venían.

Lo es, si. Como es injusto vivir sin haber escuchado a los pájaros, o sin haber visto como cambiaba el color blanco de una pared, o como la luz del sol atravesaba las nubes. Es injusto tener el presente delante y desaprovecharlo, como es injusto que la distancia se convierta de lejana a insalvable. Es injusta la temporalidad. Es injusto que el presente solo dure un momento. Es injusto que la vida sea un viaje de un único sentido y no haya manera de ir hacia atrás.

Es injusto ver nubes tapando el sol. Es injusto que solo los más pacientes vayan a verlas desvelar la magia que guardan tras ellas. Pero más injusto todavía es que solo unos pocos sepan apreciar la belleza de esas nubes, pues todos anhelamos ver el sol. Injusto es también que las nubes no permitan disfrutar de las nubes.

Pero así somos. Así es el ser humano que se necesita el uno del otro. Así son los pedazos de alma que se arrancan de manera injusta. Sin avisar. Como quien vuelve a casa y observa que se ha equivocado de portal. O como quien se queda en cerrado en un cuarto de baño a la hora de la conferencia, siendo él el ponente. Es injusto que la naturaleza humana nos tenga encerrados en este rincón de irrealidad temporal al que llamamos vida. Pero lo más injusto aún es no saber apreciar que la vida es un duelo continuo. Un duelo de momentos que perecen, un duelo de ideas que, por no haber sido escritas caen en el pozo de los que se van cuando venían. Tanto futuro arrastrado por sus manos pálidas. Las manos del sueño, las de los despertares de las siestas de dos horas. Las garras de una muerte que no se aplaza.

Escuchen música y aprecien el momento presente desaparecer. Pues hasta el más grande de los dolores pasa. Incluso siendo el dolor más grande el de la vida; y no el de la muerte, como se pensaba.

Aprecien el regalo del instante presente. El regalo que es cada segundo. Cierren los ojos, deténganse a saborear los sonidos. A sentir como la boca se les seca al inspirar. Y lloren. Lloren mucho. Lloren mucho cada vez que se sepan muertos. Lloren cada vez que sientan que su vida ha sido un préstamo sin intereses, pero con fecha de entrega; un regalo con fecha de caducidad. Su vida, y la de todos.

Mueran a propósito. Mueran en silencio. Mueran sentados en su habitación, o en un parque escuchando a los niños. Mueran y lloren. Mueran hasta estar muertos. Mueran hasta quedar vacíos. No tengan miedo a morir. No tengan miedo a tener miedo.  No tengan miedo a saberse muertos.


Cuándo estén muertos del todo, entonces abran los ojos. Ábranlos de nuevo, y aprecien el hueco que la tristeza les ha dejado en el pecho. Un hueco en el que puedan empezar a verter amor, a germinar felicidad. Un hueco que no puede ser llenado por completo si nos seguimos aferrando al dolor. Un dolor que solo se libera con lagrimas de rabia y desesperanza. Unas lágrimas que abrasan como hielo. El mismo hielo que forma el estanque congelado en el que a veces nos convertimos. Dejen que el hielo queme, que queme mucho, y que queme más. Dejen que abrase hasta que aparezca el fuego. Y que sea ese fuego el que empiece a caldear el agua. Un agua que solo será purificadora cuando el amor actúe como un antibiótico de recuerdos. No tomen pastillas, respiren silencio.


Ese día, vuelvan a escuchar música. Y entonces amen.

sábado, 19 de marzo de 2016

PRESENTE VULNERABLE, FUTURO INCIERTO.

PRESENTE VULNERABLE, FUTURO INCIERTO.

Vamos a mejor, Carlos. Vamos a mejor” Me lo repito como un mantra de meditación. No quisiera perder la esperanza y traicionar mi fe en la humanidad, pero hay ocasiones en las que verdaderamente me cuestiono si los próximos años vamos a ir a mejor o no. Si el futuro venidero, irremediablemente incierto,será de avance o de retroceso.

Esta semana, durante una conversación, salió un argumento que espero no tener que utilizar con excesiva frecuencia.

  • Vamos a mejor. Toda la historia ha sido una conquista de derechos humanos y de bienestar, económico y tecnológico. Por ejemplo, el sistema de alcantarillado de los romanos que hemos heredado hasta el día de hoy.
  • Es cierto, pero no hay que confiarse. Nos pasamos la edad media tirando la mierda por la ventana.

Un ejemplo un poco más reciente que la edad media de que se puede ir hacia atrás en vez de hacia adelante es el auge de las dictaduras o el número de víctimas totales en Europa por conflictos armados durante el S.XX (Por encima de los 120 millones de personas).  [Oriente es otra historia]. Causado en parte por el incremento poblacional, y el desarrollo tecnológico, se podría afirmar que el Siglo XX ha sido el más sangriento de la historia de la humanidad.

El principio del siglo XX también supuso importantes desarrollos sociales y civiles que permitieron a los países construir democracias mayormente estables e igualitarias. Un ejemplo de este proceso es la conquista del sufragio universal a lo largo del siglo, en concreto, el sufragio femenino . El desarrollo de la ciencia y la multiplicidad de movimientos artísticos puso de manifiesto la gran velocidad a la que avanzaba el ser humano de principio del siglo XX , hablando de una manera general “a mejor”.

Entonces, ¿cómo puede ser, que el siglo de mayores avances en la historia del ser humano, haya sido también el más sangriento? ¿Cómo es posible descubrir tanto y aprender tan poco? En Europa, con solo un período de 21 años de separación se sucedieron dos Guerras Mundiales... En ese siglo XX en el que íbamos tan “a mejor” un giro socio-político, y por qué no, del destino, hizo que un principio prometedor se convertirse en una catástrofe desastrosa.

Por suerte, o por desgracia, el ser humano es resiliente. Las guerras nos ofrecen duras lecciones de las que podemos salir reforzados. Tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial, la necesidad y el instinto de supervivencia empujó al ser humano a evitar futuras barbaries mediante la creación de instituciones reguladoras. Algunas de las consecuencias positivas de las guerras mundiales fueron la creación de la Organización de las Naciones Unidas y la Unión Europea. Además, a modo de manifiesto en la ONU se redactó la Declaración Universal de Derechos Humano, aunque su cumplimiento y universalidad de ésta sean más que cuestionables a día de hoy.

Sin embargo, no sé hasta que punto estas ideas esperanzadoras de un Siglo XX, que se suponía había aprendido, se están llevando a la práctica en un Siglo XXI en el que existen 14 países en el que el último año murieron más de 1.200 personas. Pero sin duda la creme de la creme son los países que están sufriendo los conflictos máscruentos de la actualidad (Siria, 55.000 fallecidos en 2015; Afghanistan, 36,000; Iraq,21.000 y los países colindantes del Lago del Chad, 21.000)



Resulta extremadamente peligroso bajar la guardia. El ser humano, visto de manera general y con perspectiva, ha ido a mejor a lo largo de la historia, ha buscado la mejora personal, la conquista de la felicidad y la construcción de una vida digna. Sin embargo, las guerras acontecidas durante los períodos de mayor desarrollo tecnológico y moral del ser humano, son un ejemplo de lo negativa que se puede volver una situación bajo ciertas condiciones socio-políticas.

Considero que la responsabilidad y la culpa recae en el individuo, en cada uno de nosotros. Por lo tanto, deberíamos hacer un chequeo ocasional de cómo nos estamos comportando como especie... ¿Vamos a mejor? ¿O solo decimos hacerlo?

Es comprensible que la sociedad global, al igual que cualquiera de nosotros tenga rachas mejores y peores a lo largo de su vida en las que posponga el ejercicio, se coma peor, o se esté menos comprometido con su trabajo. Sin embargo, es un indicativo de las personas, al igual que las sociedad, inteligentes, el perseguir una mejora constantes, y el detectar de manera rápida y eficaz la existencia de estas “malas rachas” para poder intervenir sobre ellas antes de que las consecuencias se conviertan en catastróficas de nuevo.

Considero que este post tiene la función de concienciar al lector sobre la necesidad de continuar avanzando en la conquista de derechos y libertades humanas, y no confiarse por haber alcanzado un nivel de bienestar económico más que cuestionable. Para finalizar, recordar que a lo largo de la historia se ha demostrado que los avances obtenidos si se caracterizan por algo es por su inesperada vulnerabilidad. 


LA UTILIDAD DE LA CULPA


LA UTILIDAD DE LA CULPA

En ocasiones me lo comentan, "Es que Carlos, a veces la gente no quiere hablar contigo, porque generas culpabilidad." "Tienes razón, pero es que somos culpables". 

Lo siento por crear culpabilidad, pero no me siento culpable por ello. Porque somos responsables. Eres responsable y soy responsable. Somos culpables. Soy culpable, eres culpable. 

Hoy en día la tecnología nos coloca en una situación de libertad de la que Fromm ya nos explicó cuanto podemos llegar a aborrecer. Y es que tener responsabilidad puede llegar a sentirse bastante mal. Actualmente, tenemos el poder de transformar activamente nuestra sociedad, de decidir si queremos promover la mediocridad o la profesionalidad, si queremos seguir a un youtuber de lo absurdo o un canal de documentales revitalizador. Podemos elegir entre formar parte de la solución, o agravar el problema.

El mundo se desarrolla y cada vez somos más los que tenemos acceso a una educación mínima, e incluso superior. Somos personas cuyas necesidades básicas han sido cubiertas de manera más que suficiente (casa, agua potable, y una fuente de alimentos prácticamente inagotables). Pero no somos la mayoría, ni mucho menos.


Solo hay que ver videos como este para darse cuenta de lo podrido que está el mundo. De como una minoría excesivamente afortunada puede disfrutar de unos derechos y servicios básicos. Y no hablo del uno por ciento que posee el 50% de la riqueza (que son caso aparte) , hablo del occidental medio, el de gastos superfluos y lujos ocasionales. Somos tremendamente irresponsables, y en parte es por la evitación que estamos desarrollando hacia la culpabilidad.

En la actualidad, estoy asistiendo a un curso de autoestima que está revirtiendo en beneficios secundarios como el desarrollo de la empatía y los sentimientos de compasión hacia aquellos que no se sienten bien con uno mismo, situación que a veces, me cuesta imaginar. El caso es que, con toda la mejor intención del mundo, la psicóloga del curso explicó que la culpabilidad es una emoción negativa de la que tendríamos que deshacernos. Un sentimiento que, sorprendentemente y al contrario de todos los demás, no es nada útil.

(Entiendo que en un grupo afectado por problemas de empatía, la auto flagelación causada por la culpabilidad puede ser muy perniciosa. Pero a nivel comunitario el rechazo de la culpa puede revertir en un mundo orwelliano donde cada uno intente garantizar no ya su existencia, sino sus más que prescindibles lujos, a costa del bienestar de los demás.)

En cualquier caso, me parece tan extraño oír semejantes afirmaciones de una psicóloga que, obviamente y al igual que el resto de sociedad académica occidental respetable, está educada dentro de los principios de la Teoría de la Evolución. ¿Cómo que todas las emociones son útiles y adaptativas menos la culpa? Obviamente sentirse culpable no es cómodo, pero de ahí a decir que es inadaptativo.... Puede que sea un poco difícil imaginarse como sentimientos tan intensos de autodestrucción pueden de alguna manera hacernos más adaptativos al entorno. Pero, ¿por qué no?

Vamos a ver, si nuestras almas/seres/espíritus no están todavía lo suficientemente desarrollados como para actuar siguiendo instintos y motivos altruistas y afiliativos, quizá nuestras mentes, a través de la culpa, deban obligar a nuestro organismo a hacer lo mejor para resto de seres humanos. O al menos, hacernos sentir mal cuando sabemos que no lo estamos haciendo.

Además, no me gustaría que la sabiduría oriental que con tanto ímpetu y arrojo entra en nuestra sociedad fuera malinterpretada. No me gustaría pensar que la gente se toma al pie las filosofías intra-personales del Dalai Lama o de Laozi, y opta por sentirse internamente bien en una sociedad que enferma exponencialmente. Me duelen mis palabras, pues me considero un ferviente promotor de la sabiduría oriental.

Estos modelos de intervención intra-personal han sido diseñados en culturas caracterizadas por el colectivismo. Puede resultar paradójico pensar que en una cultura colectivista predominen los mecanismos de control intra-personal (internos) por encima de los interpersonales (externos). Pero resulta obvio si se mira desde otro punto de vista: la necesidad del sacrificio de la opinión y el valor individual como mecanismo para conseguir la tan ansiada armonía de la comunidad.

Sin embargo, en una sociedad competitiva y capitalista como la nuestra, donde el papel del individuo está muy por encima del valor del grupo social; donde el egoísmo es una condición para el éxito personal, en vez de considerarse un precursor del fracaso como sociedad; donde lo privado es más respetado que lo público, desarrollar herramientas de mejora intra-personal sin haber creado antes una responsabilidad social y un sentimiento de comunidad puede suponer peligrosas consecuencias.

(Des) afortunadamente soy de los optimistas que cree que todos los caminos conducen a Roma, y que desarrollando estas técnicas intra-personales podemos ser capaces de activar un espíritu anti-consumista, anti-materialista, igualitario y motivado por una moral altruísta. Sin embargo, no me agradaría que la competitividad del mercado utilizase herramientas como la meditación y el yoga para potenciar la productividad de sus trabajadores.

Porque, en un sistema donde los derechos laborales y humanos han sido conquistado e implantados es muy bonito utilizar técnicas de autocontrol para regular los pequeños ups-and-down del día día. Pero a los trabajadores de china, históricamente colectivista, no les vale ni saquera la meditación, y optan por saltar por las ventanas de las fábricas como estrategia de autodefensa.




Las compañías como Apple, para no perder operarios, optan por encerrarlos en edificios en los que tienen que pegar una diminuta pieza de hardware 3.200 veces a lo largo del día.

Por lo tanto, coincidiendo con algunas de las religiones mayoritarias de occidente, abogo por un fomento y desarrollo de la culpabilidad humana.

Así que, intenta no mirar para otro lado, auto-engañarte o apreciar como todos los sentimientos negativos que broten en tu mente van desapareciendo poco a poco... Cuando realices alguna conducta que sabes, porque lo sabes, que no es correcta está bien que te sientes un poco incómodo. Intenta no auto-justificarte cuando fumes, y asumir que estas destruyendo tu salud y la de los demás, al mismo tiempo que derrochas fondos públicos. Intenta no dejar marchar las sensaciones desagradables que te puedan asaltar la próxima vez que vayas a Zara a comprar ropa que sabes, porque lo sabes, que ha sido fabricada por niñas en Bangladesh. Lo pone en la etiqueta, así que trata de mirarla más a menudo. Intenta no pensar que tienes alternativa cuando la tienes, porque la tienes, y lo que pasa es que no la quieres saber. Adaptarse a la norma social es más fácil y cómodo. Intenta no pensar que comer en un restaurante que paga a sus empleados menos de 4 euros la hora no es tan grave porque sabes, porque lo sabes, que estás promoviendo un sistema que esclaviza a seres humanos. Intenta no pensar que el ser humano necesita comer carne porque probablemente sabes y habrás oído, que el consumo de carne occidental es completamente insostenible. Intenta no pensar que por dejarte una luz encendida no pasa nada, porque sabes, porque lo sabes, que el despilfarro energético es irrisorio.

La vida es un conjunto de grises en la que nada es blanco ni es negro. Soy consciente del grupo enorme de personas que podría criticarme cada uno de mis argumentos con datos sobre los impuestos que el consumo de tabaco recolecta, las oportunidades que el libre capitalismo ofrece a las poblaciones de países en vías de desarrollo, la extensa oferta de empleos para poblaciones sin titulación académica, la inherente libertad del consumidor a la hora de elegir productos y bienes, la imposibilidad de aprovechar o almacenar la energía que se produce de una manera eficiente.

Puede ser, quizá hasta tengan razón. Pero yo, por lo menos, me siento mejor haciendo lo que entiendo como correcto. Siendo moral, no sintiéndome culpable. Lo sé, no es fácil, requiere mucho esfuerzo, mucha constancia. De hecho, requiere un esfuerzo activo y consciente, persistencia de día tras día, hasta crear el hábito. Pero sienta bien.

Aún sabiendo que no soy perfecto, sienta bien saber que hago todo lo que puedo por no sentirme culpable. Sienta bien ver que mi botella es de cristal y no de plástico, que bebo agua del grifo, que apago la luz siempre que lo recuerdo, y que cuando lo olvido me culpabilizo; sienta bien saber que intento ser lo más profesional posible en lo que hago, que tengo la motivación de construir un mundo mejor; que quiero pertenecer al grupo de personas que trabaja por arreglar el mundo en vez de destruirlo activa o pasivamente. Sienta bien saber que combato la mediocridad y valoro la excelencia. Me siento obligado, pues no me gustaría sentirme culpable de nuevo. Porque, en efecto la culpa si tienes una función. Desde mi punto de vista, una función fundamental, la de crear responsabilidad en el individuo. Acatar la falta y el error, e intentar reparar el daño producido.

Así que amigos, me vais a perdonar que no me sienta culpable por haceros culpables, pero me veo obligado. Quiero haceros sentir esta sensación tan perniciosa, esta idea que ataca al ser desde dentro del ser. Pero sí, tú también eres culpable, y espero que lo sepas. Y si no lo sabes te invito a que pienses en la imagen de un niño de tres años con la camiseta roja y el pantalón azul tumbado bocabajo en una playa turca. Porque, aunque al lado de la foto de Aylan que cuelga en la pared de mi habitación haya un post-it que ponga Hope, en cierta manera, yo también he sido culpable de su muerte.

Que hoy os sintáis más culpables que ayer, pero menos que mañana.

Pasad un buen fin de semana.





PD. Y si me sigo encontrando que este post tan racional no convence, estaré obligado a escribir el siguiente post utilizando un poco de emoción e intención paradójica. Así que la próxima ves que veas la foto de un niño congoleño trabajando en una mina de coltan, no te sientas culpable y ve a renovar el IPhone, que Apple ya se encargó de evitar los suicidios de sus operarios.

jueves, 17 de marzo de 2016

NO LEAS ESTE POST

NO LEAS ESTE POST

Bienvenido a la intención paradójica. No continúes leyendo. No pulses ese botón. No pienses en el elefante rosa.

No te veas reflejado en este texto, no te sientas identificado con él. Tampoco sientas culpabilidad cuando te encuentres realizando cualquiera de las cosas que pone. No te sientas mal si te recuerda a cuando las estabas haciendo. No intentes cambiar tú comportamiento. Sigue siendo tú mismo. No intentes mejorar.

No comas sano. No hagas deporte, no leas libros. Tampoco los escribas. No salgas a la calle, no tengas amistades que van más allá de unas tapas los domingos y unas copas los sábados. No tengas una pareja a la que quieras profundamente. Enamórate del ligue del fin de seman. Créete que la chica del Tinder te quiere de verdad.

Quédate en casa. Quédate viendo la tele. Ve mucho la tele. Veela más. Créete los anuncios, los telediarios, y las películas de acción. No te fíes de la gente. Tampoco les sonrías si te cruzas con ellos por la calle.

No creas en ti. Hipoteca tu vida. No sigas leyendo o busques información sobre como dejar de hacer aquello que no te gusta hacer y que no puedes dejar de hacer. No seas profesional. Que no te guste tu trabajo. Que tu vida siga siendo levantarte con cara de asco por las mañanas, hagas lo que hagas. Que no te guste hacer lo que quiera que estés haciendo.

Ponte nervioso, impaciéntate, desea estar en cualquier otro lado menos dónde estás.

No te creas nunca que la psicología va a cambiar el mundo. Tampoco te creas que lo va a hacer la intención paradójica. No tengas sueños. No tengas esperanzas. No ames tu vida.

No pienses que algo de lo que has leído vaya a servir para nada. No creas que la conciencia moral, la responsabilidad social, y la mejora personal también se desarrollan mediante la incongruencia y la culpabilidad. No le pases el link del blog a tus amigos, no lo compartas en Facebook, tampoco por Whatsapp.

Y sobre todo, no le recomiendes a nadie que se lo lea.