No pienses tanto. Y
si piensas, escribe.
La clave de la vida
está en querer lo que haces. En hacerlo porque te gusta, y no porque lo tienes
que hacer. Algunas cosas necesitan ser hechas despacio para hacerlas con
placer. No hay que correr de una actividad a otra. Si no ir haciéndolas todas
poco a poco, y paso a paso. Despacito y con buena letra, que nos decían en la
escuela. A los médicos, pobrecitos ellos, les hacen escribir deprisa, pero
nosotros, que no queremos ir al médico no tendríamos que escribir tan deprisa.
Es más, si queremos evitarlo, deberíamos escribir más despacio. Es como
escribir y querer evitar errores, evitar ser reiterativos. Quizá deberíamos
escribir más despacio.
Y con menos
tensión.
Quizá con pluma,
para relajar la mano y que no se nos tensione tan rápido el brazo. Así, no nos
cansaremos de escribir a las tres líneas, y podremos subrayar lo importante de
cada párrafo.
Pluma
Porque las plumas
vuelan y son ligeras.
Disfruta de aquello
que te cuesta hacer. Esa es la clave de la self-discipline. Refuérzate a cada instante
de lo que haces, de que lo haces, y refuérzate también después de hacerlo. Supérate
mientras lo haces aunque lleve más tiempo. Emplea tiempo en conseguir que te
guste. Ese tiempo, al fin y al cabo, es tu vida. Lávate los dientes con placer.
Que ese sea tu momento del día. Disfruta con lo que haces. Desde andar, a
vestirte, a escuchar tu respiración. Lee más despacio. Relee lo que hayas leído
deprisa. Quiere y ama a la vida, y estarás en ella por más tiempo, aunque mueras
joven y creas que has hecho menos cosas. Quizá luego resulte, que en realidad,
estabas haciendo más.
La vida, sin la
muerte, no podría existir.
Aprende a aceptar
la muerte, y a comprender que todo se acaba. Reinterpreta el pasado como
aquello que tanto disfrutaste. Mejor aún, disfrútalo de verdad. Quiere a tu
vida, y por eso acepta que tenga un final. Persigue lo que hay después del
momento de finalizar lo que estás haciendo. Lee despacio. Releer significa que,
quizá, ibas demasiado rápido.
Es el poder de
salir de la cama, o de cerrar el grifo de la ducha cada mañana. Son nuestros
pequeños procesos de duelo de cada día. Desde el preciso momento en que nos
despertamos. El fin de los placeres. O el comienzo de estos. Pero cuesta mucho
menos aceptar estos duelos, estas muertes, cuando verdaderamente disfrutamos de
la experiencia, del tiempo que estuvimos juntos la experiencia y yo.
Por eso, salimos de
la cama para darle la bienvenida a un nuevo día, y cerramos el grifo de la
ducha para darle la bienvenida a una nueva sensación.
Debemos asumir que
todo placer tiene su final, y por lo tanto aprovechar al máximo todos y cada
uno de nuestros placeres, de nuestros momentos. Cada una de nuestras
respiraciones, de nuestras inhalaciones y exhalaciones, ha de ser un placer y
un proceso de duelo. Cada vez que el reloj hace bip-bip, ha de ser un placer y
un proceso de duelo. El vivir la vida respiración a respiración, hora tras hora.
Inspirar y llenarse de vida, para expirar y aceptar que una nueva vida espera.
Momento a momento.
Inspiración a inspiración. Sin prisa.
A veces, se
necesita muy poco para ser feliz. El reto está en llegar a esas veces el mayor
número de ocasiones posibles.
La vida nos espera
siempre más allá de nuestra mente. La vida se vive sin pensar.
Y si piensas,
escribe.
***
Ahora, me vais a
permitir contaros un poquito de mí.
Acabo de escribir
este texto a mano, y siento la necesidad imperiosa de compartirlo con vosotros.
Por eso, voy a encender el ordenador y a digitalizarlo. Me estoy acelerando, y
dejo de disfrutar de lo que hago. Cuando enciendo el ordenador, me acelero aún
mucho más, y por eso me canso tan rápido.
Soy capaz de escribir
a un ritmo de alrededor 150 pulsaciones por minuto, pero cometo bastantes
errores. A partir de ahora, voy a intentar sacrificar rapidez por corrección, y
quizá la tarea se me haga más corta, y en el futuro, más rápida.
Intuyo que al menos
será más placentera.
Escribir este texto
ha sido una necesidad que ha roto el estado meditativo anterior del cual venía.
Pero ahora, cuando acabe, beberé agua y disfrutaré de nuevo de un presente que
he sacrificado esperando poder mejorar, y haber mejorado vuestro futuro. O al
menos, este preciso presente.
Os deseo lo mejor a
todos aquellos que os tomáis la molestia de leerme, y empleáis el mayor regalo
que tenéis, vuestro tiempo, vuestra vida, en recoger mis pensamientos.
Compartidlos si creéis que otros se pueden beneficiar de ellos, si creéis que
el sacrificio de sus vidas, de su tiempo, es merecedor de conocer mis palabras.
Muchas gracias por
leerme.
Un abrazo a todos,
Amor y paz. Agua, y
a respirar.
Fdo. Carlos Alcalá
Bravo, creo que estas palabras son como notas musicales, de una bella melodía del espíritu del autor.
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